¿Cuándo se han visto mariposas en el mes de enero y hormigas acarreando grano en el mes de febrero? Yo desde luego nunca antes lo había visto, esto es el mundo al revés.
Escribo estas líneas justo al día siguiente del fin de la temporada cinegética, caracterizada por la ausencia de lluvias, dejando al campo polvoriento y seco; el color amarillento del pasto ha sustituido al verde que debería reinar en estas fechas en nuestros campos, algunos regatos se mantienen gracias al escaso hilo de vida que le dan los mermados veneros, y los caminos polvorientos hacen atípico el paisaje, cubriendo las jaras resecas y sin su pringue característica, y a las encinas y alcornoques que los bordean de un polvo veraniego que sólo la lluvia les hubiera quitado; ¿Y pensar que me compré un capote porque creía que esta temporada llovería como nunca?
Tan solo he utilizado el chubasquero un día que si agua y Dios hay en los cielos, me cayó toda encima ese día, desde entonces no ha vuelto a llover.
El caso es que el calor, el terreno reseco y la ausencia de agua, han deslucido la temporada, aunque los resultados en lo que capturas se refiere, han sido normales, incluso desde mi punto de vista, algo superiores a los de temporadas anteriores. Para mí, sin lugar a dudas, en los años que llevo como cazador, ha sido la mejor d todas las temporadas en lo que a resultados se refiere, pese a que el tiempo no haya acompañado.
Si antes hacía referencia a la extrañeza que me supuso ver imágenes tan primaverales como las señaladas, no menos extraño me ha resultado ver aguanieves picoteando en medio de los olivares que hay dentro del pueblo, pues las mismas lo han tenido y tienen que estar pasando mal este año para encontrar alimento, y sabiendo lo esquivas que son con el hombre, es mal asunto que se acerquen al casco urbano.
Las jabalinas preñadas en el mes de octubre, incluso con rayones ya, no es tampoco normal, y sin embargo es habitual verlo y con total normalidad se afirma que el ciclo reproductor de esta especie se ha alterado, posiblemente debido a su enorme población y a la presión cinegética.
Tampoco era usual que las cigüeñas y los cernícalos pasaran el año entero aquí y, sin embargo, vemos como normal que muchas cigüeñas se queden; los más optimistas dicen que es porque aquí encuentran alimento durante todo el año, intentando justificar lo injustificable; ¿Cómo me justificarían entonces ver una pareja de cernícalos primillas en plenas navidades sobrevolando la Plaza de España de nuestro pueblo?, no es que sea muy habitual tampoco, aunque si las vacas comen carne, como decía un profesor de mi facultad, no debemos extrañarnos ya de nada.
Como antes señalaba, esto es el mundo al revés, mi madre constantemente me explica que mi abuelo siempre decía que no puede haber dos primaveras en el mismo año, y es muy cierto; ¿Puede esto ser consecuencia del menosprecio por la naturaleza del que siempre ha hecho gala el homo sapiens sapiens?, ¿habrá comenzado a pasarnos factura la madre Naturaleza por el trato vejatorio que con ella hemos tenido y tenemos?
Hace relativamente poco tiempo que han empezado a tener vigencia los acuerdos reflejados en el Protocolo de Kioto, y pese a no ser yo agorero, ni pretender que este artículo sea visto como catastrofista o el anuncio de la llegada del Apocalípsis, sin dudar afirmo: ¡Arrepentíos, porque cosechareis lo que habéis sembrado!
Creo que todos debemos poner de nuestra parte en la medida de lo posible (reciclando, no contaminando, no tirando basura al campo, etc.), y muy especialmente los gobernantes, que son los responsables de legislar y hacer cumplir las leyes, y que todos aprendamos a saber lo que significan estas dos palabras: DESRROLLO SOSTENIBLE.
Puede que haya quien piense que las mariposas vistas por este columnista en el mes de enero no son consecuencia directa de esa lavadora que hay tirada en la Cañada Boyal, o de esa tumbona ajada que hay en el Marco de Brozas, que es mezclar las churras con las merinas como suele decirse, pero tal vez sí sea consecuencia de coger el coche todos los días para ir a trabajar dos calles más abajo de donde vivimos.
Difícilmente podemos vivir del turismo las regiones rurales, si no conservamos el Medio Ambiente, si no se hacen políticas activas de concienciación a la ciudadanía, si permitimos que haya industrias contaminantes, si no queremos ver los basureros y las escombreras ilegales, etc.; en definitiva, si no se usan y se ponen todos los medios con los que contamos a nuestro alcance.
Esto lo digo justo al día siguiente de habérseme caído la cara de vergüenza ajena en la montería de “Los Conejeros”, donde había un señor de Badajoz que miraba extrañado y no con poco asco las cunetas de la antigua carretera de Badajoz, conocido picadero y basurero local, como preguntándose, ¿y en este basurero local va a dar esta gente una montería?
Muchas veces, por no decir siempre, se olvida un subsector turístico que deja muchísimo dinero en Alburquerque, como es el turismo cinegético. Ese señor dejó en Alburquerque su dinero (compró un puesto, almorzó y se tomos sus copas), y Alburquerque a cambio le ofreció un basurero. Esta mala impresión que se llevó ese señor, fue solo compensada con la cordialidad que gastamos los cazadores y hosteleros alburquerqueños.
Esta desagradable situación me hizo pensar, espero que a todos los que lean esta columna les haga pensar también, porque respetar el Medio Ambiente es un deber moral de todos y cada uno de nosotros.
Jesús Lara Bueno.
*
Artículo publicado en el nº. 64 de la revista cultural “La Glorieta”, en mí sección “El Alalí”. (Marzo de 2005)
Escribo estas líneas justo al día siguiente del fin de la temporada cinegética, caracterizada por la ausencia de lluvias, dejando al campo polvoriento y seco; el color amarillento del pasto ha sustituido al verde que debería reinar en estas fechas en nuestros campos, algunos regatos se mantienen gracias al escaso hilo de vida que le dan los mermados veneros, y los caminos polvorientos hacen atípico el paisaje, cubriendo las jaras resecas y sin su pringue característica, y a las encinas y alcornoques que los bordean de un polvo veraniego que sólo la lluvia les hubiera quitado; ¿Y pensar que me compré un capote porque creía que esta temporada llovería como nunca?
Tan solo he utilizado el chubasquero un día que si agua y Dios hay en los cielos, me cayó toda encima ese día, desde entonces no ha vuelto a llover.
El caso es que el calor, el terreno reseco y la ausencia de agua, han deslucido la temporada, aunque los resultados en lo que capturas se refiere, han sido normales, incluso desde mi punto de vista, algo superiores a los de temporadas anteriores. Para mí, sin lugar a dudas, en los años que llevo como cazador, ha sido la mejor d todas las temporadas en lo que a resultados se refiere, pese a que el tiempo no haya acompañado.
Si antes hacía referencia a la extrañeza que me supuso ver imágenes tan primaverales como las señaladas, no menos extraño me ha resultado ver aguanieves picoteando en medio de los olivares que hay dentro del pueblo, pues las mismas lo han tenido y tienen que estar pasando mal este año para encontrar alimento, y sabiendo lo esquivas que son con el hombre, es mal asunto que se acerquen al casco urbano.
Las jabalinas preñadas en el mes de octubre, incluso con rayones ya, no es tampoco normal, y sin embargo es habitual verlo y con total normalidad se afirma que el ciclo reproductor de esta especie se ha alterado, posiblemente debido a su enorme población y a la presión cinegética.
Tampoco era usual que las cigüeñas y los cernícalos pasaran el año entero aquí y, sin embargo, vemos como normal que muchas cigüeñas se queden; los más optimistas dicen que es porque aquí encuentran alimento durante todo el año, intentando justificar lo injustificable; ¿Cómo me justificarían entonces ver una pareja de cernícalos primillas en plenas navidades sobrevolando la Plaza de España de nuestro pueblo?, no es que sea muy habitual tampoco, aunque si las vacas comen carne, como decía un profesor de mi facultad, no debemos extrañarnos ya de nada.
Como antes señalaba, esto es el mundo al revés, mi madre constantemente me explica que mi abuelo siempre decía que no puede haber dos primaveras en el mismo año, y es muy cierto; ¿Puede esto ser consecuencia del menosprecio por la naturaleza del que siempre ha hecho gala el homo sapiens sapiens?, ¿habrá comenzado a pasarnos factura la madre Naturaleza por el trato vejatorio que con ella hemos tenido y tenemos?
Hace relativamente poco tiempo que han empezado a tener vigencia los acuerdos reflejados en el Protocolo de Kioto, y pese a no ser yo agorero, ni pretender que este artículo sea visto como catastrofista o el anuncio de la llegada del Apocalípsis, sin dudar afirmo: ¡Arrepentíos, porque cosechareis lo que habéis sembrado!
Creo que todos debemos poner de nuestra parte en la medida de lo posible (reciclando, no contaminando, no tirando basura al campo, etc.), y muy especialmente los gobernantes, que son los responsables de legislar y hacer cumplir las leyes, y que todos aprendamos a saber lo que significan estas dos palabras: DESRROLLO SOSTENIBLE.
Puede que haya quien piense que las mariposas vistas por este columnista en el mes de enero no son consecuencia directa de esa lavadora que hay tirada en la Cañada Boyal, o de esa tumbona ajada que hay en el Marco de Brozas, que es mezclar las churras con las merinas como suele decirse, pero tal vez sí sea consecuencia de coger el coche todos los días para ir a trabajar dos calles más abajo de donde vivimos.
Difícilmente podemos vivir del turismo las regiones rurales, si no conservamos el Medio Ambiente, si no se hacen políticas activas de concienciación a la ciudadanía, si permitimos que haya industrias contaminantes, si no queremos ver los basureros y las escombreras ilegales, etc.; en definitiva, si no se usan y se ponen todos los medios con los que contamos a nuestro alcance.
Esto lo digo justo al día siguiente de habérseme caído la cara de vergüenza ajena en la montería de “Los Conejeros”, donde había un señor de Badajoz que miraba extrañado y no con poco asco las cunetas de la antigua carretera de Badajoz, conocido picadero y basurero local, como preguntándose, ¿y en este basurero local va a dar esta gente una montería?
Muchas veces, por no decir siempre, se olvida un subsector turístico que deja muchísimo dinero en Alburquerque, como es el turismo cinegético. Ese señor dejó en Alburquerque su dinero (compró un puesto, almorzó y se tomos sus copas), y Alburquerque a cambio le ofreció un basurero. Esta mala impresión que se llevó ese señor, fue solo compensada con la cordialidad que gastamos los cazadores y hosteleros alburquerqueños.
Esta desagradable situación me hizo pensar, espero que a todos los que lean esta columna les haga pensar también, porque respetar el Medio Ambiente es un deber moral de todos y cada uno de nosotros.
Jesús Lara Bueno.
*
Artículo publicado en el nº. 64 de la revista cultural “La Glorieta”, en mí sección “El Alalí”. (Marzo de 2005)
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