Creo que todos coincidirán conmigo en afirmar que pocas cosas hay tan hermosas como ver la puesta de sol de un día de primavera, mucho más aún si lo haces en buena compañía y desde alguno de los muchos parajes con los que contamos en Alburquerque.
El ocaso supone el adiós aun día más de nuestras vidas, que se va para no volver nunca, y que lo hace escapando bajo el amparo del silencio cómplice de los deseos y esperanzas que alberga un mañana que aún está por venir.
La última puesta de sol que vi desde uno de esos parajes a lo que ante hacía referencia, fue en el que mi hermano y yo bautizamos como “El mundo perdido”, y realmente así es, es un lugar perdido, otro mundo, un lugar de ensueño que te hace ver lo insignificante y vulnerable que es el hombre en medio de la grandiosidad de la naturaleza.
La última puesta de sol que vi desde uno de esos parajes a lo que ante hacía referencia, fue en el que mi hermano y yo bautizamos como “El mundo perdido”, y realmente así es, es un lugar perdido, otro mundo, un lugar de ensueño que te hace ver lo insignificante y vulnerable que es el hombre en medio de la grandiosidad de la naturaleza.
Estar en ese lugar, viviendo un atardecer en todo su esplendor, en una sierra única, observando y sintiéndote observado por animales casi extinguidos por el que ahora a duras penas pretende protegerlos, hace que te transportes a tiempos pasados y te hace pensar en las historias de amor y odio que debieron vivir las personas que habitaron en estos ocultos y no tan lejanos lares; un “mundo perdido” que no lo es tanto, pero que yo quisiera que así fuera, su entrada, un extraño alcornoque retorcido y con el tronco a ras del suelo, sirve para hacerse una ligera idea de lo maravilloso que es ese lugar, un lugar mágico para mí.
¿Saben cual es y donde está el sitio del que les hablo?, ¡No!, entonces lo ha conseguido, realmente este lugar se ha convertido en mí “mundo perdido”; encuentren ese alcornoque, y habrán encontrado mí lugar secreto, sin duda cuando lo hayan hecho, me darán la razón en todo lo que les he dicho de ese sitio.
Comprendo lo que deben sentir los emigrantes que están lejos de su Alburquerque, de su tierra, y no solo por los amigos, familiares y recuerdos que dejaron atrás, sino porque no pueden ver un atardecer en esa tierra que les vio nacer y crecer.
No me gustaría nunca tener que marcharme de Alburquerque, pero si alguna vez, por los motivos que fuera, tuviera que irme de aquí, una de las cosas de mi pueblo que guardaría en mi maleta de los recuerdos sería una puesta de sol desde mí “mundo perdido”, y esa simpleza, unida a los familiares y amigos, serían los soportes que me darían fuerzas y me ayudarían a aguantar viviendo en la lejanía.
En espera de que nunca llegue ese momento, seguiré disfrutando de un atardecer cualquiera desde “El mundo perdido”.
Jesús Lara Bueno.
*
Artículo publicado en el nº. 64 de la revista cultural “La Glorieta”, en mí sección “El Alalí”. (Mayo de 2003)
¿Saben cual es y donde está el sitio del que les hablo?, ¡No!, entonces lo ha conseguido, realmente este lugar se ha convertido en mí “mundo perdido”; encuentren ese alcornoque, y habrán encontrado mí lugar secreto, sin duda cuando lo hayan hecho, me darán la razón en todo lo que les he dicho de ese sitio.
Comprendo lo que deben sentir los emigrantes que están lejos de su Alburquerque, de su tierra, y no solo por los amigos, familiares y recuerdos que dejaron atrás, sino porque no pueden ver un atardecer en esa tierra que les vio nacer y crecer.
No me gustaría nunca tener que marcharme de Alburquerque, pero si alguna vez, por los motivos que fuera, tuviera que irme de aquí, una de las cosas de mi pueblo que guardaría en mi maleta de los recuerdos sería una puesta de sol desde mí “mundo perdido”, y esa simpleza, unida a los familiares y amigos, serían los soportes que me darían fuerzas y me ayudarían a aguantar viviendo en la lejanía.
En espera de que nunca llegue ese momento, seguiré disfrutando de un atardecer cualquiera desde “El mundo perdido”.
Jesús Lara Bueno.
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Artículo publicado en el nº. 64 de la revista cultural “La Glorieta”, en mí sección “El Alalí”. (Mayo de 2003)
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