![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiGSmdbxDmf8j5dzauUv59kfBWzPJbC4rk8-zuVZooM00ZkaamA3ZXSMzKAmooLqZSL-pNndriVnNzgH-yORE0d2m6jTl60V8z_PfbLixT720Nvn-bKPI7qLHrfHmNzjnV2AHr_c5Oes6Q/s320/051207_tigre_muerto_3.jpg)
Dirán que casi siempre trato de temas relacionados con la caza. Es cierto, que le voy a hacer. Es lo que me gusta, mi pasión, mi vicio.
A estas alturas, uno comienza a visitar el campo, unas veces de hecho, y otras en sueño, con el pensamiento, para ver cómo se encuentra e ir haciendo cábalas sobre cómo será la temporada. La mayor mal, la menor mucho peor, sin agua y sin comida que se puede esperar…, pero la carencia natural de agua y comida se compensa con una buena gestión y conservación cinegética de los cotos, garantizando en la medida de lo posible el agua y el aporte alimenticio necesario. Ello indudablemente lleva consigo un aumento considerable de los costes fijos, y por tanto, del precio final que pagan los cazadores.
El bolsillo a estas alturas, de por sí ya maltrecho durante todo el año, se vacía ostensiblemente, haciendo frente a unos precios casi prohibitivos de acciones de caza totalmente imprevisibles, e incluso, a lo peor, se llega a la especulación y el mercantilismo.
El cazador hoy en día, debe ser casi un hombre o una mujer de negocios, no basta con tener afición por la caza. Si a ello le sumamos que todo el mundo quiere exprimir esta actividad del sector primario, incluida la Administración Pública, lo natural se adultera, la caza ya no es caza, es otra cosa, es industria (ejemplo los cotos intensivos, los cercones de jabalíes, las granjas cinegéticas, las orgánicas, las acciones de caza, los arrendamientos abusivos, los animales domesticados, el manejo e intensificación de las especies cinegéticas, etc.)
Ya cualquiera organiza una montería o se hace montero, ya cualquiera se compra la escopeta más cara del mercado, se disfraza de cazador y sale al campo, para ello solo es necesario tener dinero. Si tienes dinero podrás permitirte el lujo de cazar lo mejor, en los mejores sitios, la mayor cantidad de piezas y trofeos, todo ello con resultados garantizados y previa firma de un contrato, pero nunca sabrás lo que realmente es cazar, el “esfuerzo venatorio” que lo llamaba Ortega y Gasset. Lo malo es que los precios los marcan los nuevos cazadores, que coincide además con la nueva clase burguesa, que sin tener afición, paga cuanto le pidan por ir a la moda; y la caza siempre ha sido y es moda.
De nuevo, al mundo de la caza ha vuelto la distinción entre ricos y pobres, hemos retrocedido inevitablemente a lo que históricamente fue, y que logró superarse por un breve intervalo de tiempo.
Históricamente la caza para unos suponía una distracción, un entretenimiento, una afición; mientras que para otros era una necesidad, una fuente de vida y alimento; los primero tenían Don y Din, los segundos simplemente leones rugiendo y arañándole las tripas.
Hoy la caza es una afición para todo el mundo, no se caza comer, ya nadie es un respetable cazador de oficio, cosario o furtivo; creo que ahora los cosarios son las llamadas orgánicas, y que sus piezas son los desaprensivos nuevos burgueses, fruto de los tiempos que corren, que se echan al monte con su potente todoterreno, vestidos impecablemente y armados con el mejor y más caro rifle del mercado, luciendo un flamante y virginal cuchillo de monte.
Tan desnaturalizada está la caza, que aquí en plena Extremadura se organizan safaris de leones y de tigres, y eso es porque hay “safaristas” dispuestos a pagar por abatir en un corral a una vieja fiera de circo.
Mi hermano y yo tuvimos ocasión de escuchar en una montería de esas que llaman de postín, a una pareja de pijos que comentaban con unos amigo cómo estaban decorando la casa, y que ya solo le faltaba un trofeo de muflón para acabar “la colección” como decían ellos, que una vez lo consiguieran dejarían de cazar porque era muy caro; tras escuchar esto, automáticamente nos marchamos de allí indignados. Esto demuestra a lo que conduce la moda y el tener dinero para pagar cuanto te pidan; por desgracia estos personajes, estos “aficinados” son los que marcan los precios en la caza.
Sería un estúpido si no reconociera que la actividad cinegética es fuente de riqueza, por los puestos de trabajo directos e indirectos que genera, del que se benefician propietarios de fincas, organizadores, industrias cárnicas, hosteleros, taxidermistas, armerías y un largo etcétera de profesionales relacionados con el sector, pero todo tiene un límite, y ese límite es la ética. No se puede desnaturalizar la caza con tal de generar más y más beneficios económicos, pero inevitablemente estamos caminando a pasos agigantados a esa situación insostenible que ha hecho y hará que más de un verdadero cazador abandone los trastos de matar.
Jesús Lara Bueno.
*
Artículo publicado en el nº. 85 de la revista cultural “La Glorieta”, en mí sección “El Alalí”. (Septiembre de 2005)
Jesús Lara Bueno.
*
Artículo publicado en el nº. 85 de la revista cultural “La Glorieta”, en mí sección “El Alalí”. (Septiembre de 2005)
No hay comentarios:
Publicar un comentario